UN SUSPIRO ONÍRICO
…solía encontrársele en aquel rincón de sus plegarias. Ese
angelillo pequeñito, día y noche murmuraba un mismo deseo.
Frecuentemente vivía debajo de las hojas marchitas del
invierno o sobre las flores de la primavera; quizá en algún nido abandonado por
el otoño. Era un ermitaño.
Cada amanecer se veía clarito correr el rocío por sus ojitos,
en realidad eran gotas de tristeza. Se despertaba inútilmente entusiasmado pues
aquella su ilusión aún se negaba a llegar.
Sin embargo, el tiempo y sus vientos no lograron disolver las
ideas del pequeño forastero. Las lluvias
no impidieron a sus alitas elevarse y continuar el vuelo por la búsqueda tan
entregada, tampoco los infernales días soleados deshidrataron su fe.
Pero un día…
Mientras la noche perlada glaseaba su aureola, él pensaba
continuamente en su bella creación imaginaria.
Tan sutil como sus pensamientos, tan linda como sus anhelos,
hermosa como su origen divino. Era una pequeña lucecita de paz, un suspiro de
dulce pasión, un rayito de sol guardado en la cajita del amor.
Entonces eligió a la Luna como rostro y le colocó dos
estrellas de coqueteo tintineo, escogió al Cinturón de Orión para perpetuar es
sonrisa inocente. La cabellera la consiguió de un cometa distraído, de cauda
dorada y ondulada.
Lo más difícil de hallar eran los sentimientos de esta noble
creación, y en su búsqueda cayó hundido entre los algodones azucarados del
sueño.
Pronto se precipitó una tormenta que interrumpió su delicado
sueño. Asustado buscó un atajo; difícil era ver claro entre tantas gotas que
cerraban sus párpados. Finalmente el temor y la soledad inundaron sus pupilas
con esa agua de desaliento; su llanto incrementó como la misma tormenta que
golpeaba su pelo rizado.
Cuando la desesperación y el llanto estaban por derrumbar la
fe del pequeño creador… se posó sobre su arillo religioso una hermosa pero
delicada viajera que extendió sus alas para cobijar al desencantado misionero
celestial.
Era una mariposa preciosa, la que auxilió al desconsolado
angelito, ella portaba una majestuosa obra de arte tatuada en sus confortables
alas de vivos colores, pero sobre todo poseía un gran corazón; en realidad
rebasaba el ideal que tanto buscaba el ángel. Razón por la que su obra aún no
bajaba de aquel cielo. Su origen.
La historia de la mariposa, no era un caramelo, pero es así
como se encuentran los amores más entregados, estos corazones solitarios tarde
o temprano se encuentran. Desde aquel día se cuenta que el amor es algo
incomprensible, inesperado y totalmente mágico… pero afortunadamente real.
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